domingo, 18 de septiembre de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #256)


Usando las piernas, corría las hierbas. El águila yacía en su desgraciado lecho del olvido, chillando clemencia. Su mirada lastimera daba mucha pena. Tenía una herida abierta en la cabeza. Apenas movía sus alas negras. Yo no pensaba más que en mi comida. Me arrodillaba para terminar con su vida. No podía. Al igual que yo hacía lo que podía. Alucinaba que me decía: ¿qué estás haciendo, no ves que estamos en la misma? Soltaba la piedra. Con los dedos inquietos intentaba cerrar su herida. Pese al hambre que tenía, quería prolongar su vida. ¿Quién era yo para condenarlo a ser una presa?