viernes, 16 de septiembre de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #251)


Parecía mentira, cada vez que lo alcanzaba, el maldito infeliz aligeraba la marcha, dejándome con las ganas. Ni siquiera jugábamos a la mancha. Me sentía un idiota, corriendo tras un mono en la vasta pampa, por una botella que en su interior poseía una cosa tan nefasta como macabra. La vida se reía a carcajadas en mi demacrada cara. Encima había hormigueros cada metro y medio de distancia. Uno por ahí, tenía que saltarlo, otro por allá, debía esquivarlo. ¡Cuántas pruebas mundanas!
Extrañamente el mono reducía la marcha. Me alegraba saber que en buena hora la bendita botella terminaría en mi palma, pero yo también andaba de forma menos rápida, porque en el cada vez más refulgente cielo del amanecer que se avecinaba reaparecía Erchudichu, mi zángano partidario, y detrás de su carcasa una inmensa águila. Todo parecía indicar que quería cazarlo con sus garras afiladas. En las alturas también se libraban batallas, y no estábamos en Holanda.