lunes, 28 de agosto de 2017

UNA BÚSQUEDA DESESPERADA (EPISODIO #403)


El búho nos forzaba a correr como galgos. Sin embargo no le alcanzábamos. Volaba como un halcón, peregrinando. Para el bienestar de nuestros huesos, nunca tropezábamos. Curiosamente el suelo no era para nada accidentado. La cueva nos estaba dando una mano. Girábamos a la izquierda, corríamos por una larga galería para luego doblar en sentido contrario, como si una fiera hambrienta nos siguiera para embocarnos, y devorarnos. Urgía escapar de ese antro, y luego sacarme todo ese barro, además de comer y beber algo, que por supuesto no estuviera contaminado. Cuando estás al borde la muerte sacas fuerzas de cualquier lado.


domingo, 27 de agosto de 2017

UNA BÚSQUEDA DESESPERADA (EPISODIO #402)


Superado el fango, marchábamos. Había soltado el gato. Mis brazos flacos estaban extenuados, y todo mi cuerpo, muy débil y lleno de barro. Daba asco. El suelo estaba seco y era más ancho. Mis brazos ya no rozaban esas paredes que me causaban tanto desagrado. Estaba exhausto. Tenía hambre, sed, y unas ganas inmensas de darme un baño. Aunque fuese en un charco, pero sin barro. Repentinamente, los graznidos del búho me dejaban pasmado. Estaba volando, con sus brillosas pupilas que eran como fanales dorados. Nos rodeaba con su plumaje pardo, revoloteando. Tenía la sensación de que quería revelarnos algo. De hecho se estaba alejando. Nosotros le seguíamos para no perder el rastro.

 

sábado, 26 de agosto de 2017

UNA BÚSQUEDA DESESPERADA (EPISODIO #401)


Mi arrojo intrépido me sacaba del pozo fétido, honrando todo mi mérito. El barro estaba descendiendo, y con su mugrosa mezcla de tierra, agua y algunos sedimentos, abandonaba el gato mi graso cabello, en dirección a mis brazos que se esmeraban en darle sustento. Debemos afrontar los riesgos. El fango seguía fluyendo. Tras unos pocos pasos se escurría entre mis zapatos curtidos por el tiempo. Mi aspecto era desaliñado, parecía un pato empetrolado, pero había logrado cruzar todo ese cieno. Me sentía un acorazado, de esos que sin vacilar enfrentan los miedos.