lunes, 13 de agosto de 2018

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (34ta. parte)



— ¿Qué haremos, Jane?
— ¿Qué se te ocurre? ¿No me vas a besar?
— Ya tendremos tiempo. —Inesperadamente se hacía un silencio sepulcral, pero el Napalm volvía a golpear, con la furia de aquellos que se quieren vengar—. ¿Conoces este túnel? El fuego no se apagará.
—Lo suficiente como para adentrarnos en la más completa oscuridad.
—Entonces avancemos, nos podemos asar.



domingo, 5 de agosto de 2018

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (33ra. parte)



— Es muy lindo lo que me dices, y me halaga, pero…
— Dime, Jane, ¿qué pasa?
— ¿Cómo puedes enamorarte de una mujer que ayer no era nada?
— ¿Cómo puede explicarse que estemos en esta guerra aciaga?
El silencio no era sinónimo de calma, ni mucho menos de aquella paz tan necesaria, las llamas seguían consumiendo la cabaña precaria, metros arriba, donde las bombas de Napalm caían como dragones dispuestos a vomitar sus abrasadoras llamaradas. «En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca», escribió Napoleón Bonaparte, y ese hombre sabía muy bien de lo que hablaba.