miércoles, 31 de agosto de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #232)


¡Tengo miedo!, ¡esto es un horror!, clamaba Sofía desde un caballo que, desdichadamente, podía tolerar nuestro sufrimiento. Sin embargo los indios seguían poseídos, dando vueltas alrededor de unas leñas que, pese a todo, expulsaban chispas sin cesar. ¿Dónde estaba el vigor de mi sometida juventud? Ni siquiera había superado los cuarenta. Años. Tenía que correr en dirección a mis compañeros. Tal vez unos quince metros. Tocaba mis piernas. Seguían en su sitio. Entonces daba media vuelta. Me dolían las rodillas. Podía flexionarlas. El espíritu no tenía miembros pero podía desplazarse tan rápido como yo. Sofía tenía razón, lo nuestro era un horror.

 

lunes, 29 de agosto de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #231)


Me ponía de pie, trastabillando como un ebrio. Había perdido el equilibrio pero intuía que en buen momento me había librado de tan apestoso y desgraciado maleficio. Mi lengua ya no padecía esos insulsos gusanos que me habían dejado perplejo. Tal vez había cogido por error una ofrenda a los espíritus. No había tiempo para lamentos. Tenía que ser intrépido. La luz misteriosa se despegaba del suelo formando un rostro humano que me dejaba patitieso. Medía no menos de cinco metros de diámetro. Su aspecto era horrendo. Por momentos se desdibujaba pero cada vez que reaparecía me mataba de miedo. Sin dudas estaba en presencia de un espíritu perverso. Si me quedaba tieso podía terminar muerto.


domingo, 28 de agosto de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #230)


¡Por favor, Milo, volvé rápido —gritaba sollozando—, el mono está muy raro! ¿Cómo podía hacerle entender que quería volver pero me sentía descompuesto? Tanto era así que de mi boca no paraban de salir gusanos. Después de todo había perdido el apetito. Temía perder el estómago. Estaba desahuciado. Para males los indios murmuraban un nombre muy extraño. Una luz tenue avanzaba en el pasto, produciéndome un desmerecido sobresalto.