sábado, 22 de octubre de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #292)



No menos de treinta minutos nos habían bastado para saciar el apetito, lo suficiente como para respirar sin sustentos durante una larga racha de contratiempos. Choclos, zanahorias, no necesitábamos aderezos para esos obsequios que la naturaleza nos ofrecía sin pagar un precio. El gran cabrón no era un ser demoníaco. Meros cuentos. Sus balidos se perdían con el viento. Realmente estaba muy lejos. La preservación de aquella huerta me hacía preguntar si no corríamos algunos riesgos. Pese a las dudas nos sentíamos tan complacidos que nos besábamos.