sábado, 29 de octubre de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #298)


Mi reina salía corriendo. Yo la miraba, quieto. Juro por mis oídos que ningún relincho había rozado mis tímpanos. Entrando en calor comenzaba a seguir sus cabellos al viento. Se desplazaba tan rápido que me preocupaba perder de vista la silueta de su cuerpo esbelto. Nos distanciaban unos treinta metros. Tal vez menos. Ella me gustaba más que sus besos. «Te quiero», declaraba en silencio, con el corazón en el cuello y una gota de sudor surcando los vellos de mi pecho. Me ponía a prueba en todo momento.