domingo, 2 de octubre de 2016

EL RENACIMIENTO DE UN IMPERIO (EPISODIO #268)


Los latidos de sus dedos tibios se confundían con los míos. A paso rápido caminábamos hacia unos pastos bravíos, entre las cabras trepadoras y el caballo, Ringo. Intercambiando una mirada cómplice, sonreíamos. Su boca curvada concedía todos mis deseos. Recostaba su espalda lentamente en el suelo. Ella entregaba su cuerpo como quien se ofrece a los buenos sueños. Por cierto era un sueño lo que estaba viviendo. Arrimaba mi cuerpo a su lado derecho. El niño seguía riendo. Eso quería decir que teníamos tiempo para lo nuestro. No obstante siempre me agradaron los peligros. Sus cabellos descansaban entre unos tréboles que con su suerte reverdecían todo el terreno. Acariciando su cuello acercaba mi boca para darle un beso.