sábado, 24 de marzo de 2018

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (26ta. parte)



Otra bomba incendiaria turbaba el entusiasmo tras caer cerca de sus pies. La crueldad es tan grande que ya no sabes en qué dirección correr. ¡Pero cómo corría Jane! El Napalm huele a gasolina, se adentra en las fosas nasales y desesperadamente lo buscas expeler, cual toxina que el organismo no quiere retener, pero no puedes, entonces comienzas a toser. Charlie ya estaba escondido. De nada sirve calcinar al enemigo si ya no se deja ver. Veinte metros, diez, el Napalm chamuscaba sus cabellos y les forzaba a correr, hasta más no poder. La vida vale más que una rica taza de café cuando sientes que tu alma se despide para no volver.