domingo, 11 de marzo de 2018

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (23ra. parte)



«Corramos, sino seremos calcinados», vociferaba John, sujetándola del brazo. Las primeras bombas incendiarias caían como bólidos depravados, carbonizando todos los obstáculos. El corazón late raudo cuando el Napalm se expande como un rayo. John era consciente de lo que estaban enfrentando, por eso corría apresurado, sin soltar el brazo de Jane, que por momentos tendía a superarlo. El terror a morir incinerados les hacía correr como galgos. Bajo esas circunstancias es preferible ser baleado, y morir rápido.