— ¿Dónde está Mel? —preguntaba John, apuntando.
Dos topos humanos rondaban por los alrededores,
armados. Eran fusiles de asalto soviético. Ni el soldado menos entendido podía
ignorarlos.
— ¿Te refieres al otro soldado norteamericano? Él
está muerto.
— ¿Cómo que ha muerto?
— Pisó un suelo falso, a unos pocos metros. Unas
estacas de bambú traspasaron su cuerpo.
— No puede ser —deploraba John, con la mirada extraviada
en el suelo.
—Disney está muy lejos. Este lugar es el Averno.
Un viento funesto murmuraba a lo lejos.