Los intrépidos miembros del Vietcong se guarecían en
la tierra para escapar del agente naranja y la total asolación. Cuatro
vietnamitas, bien armados, brotaban como semillas, acelerando la resignación.
Era imposible no pensar en una deserción. Charlie aparecía de noche y se
mostraba implacable a las súplicas de perdón. Durante el día interconectaba
túneles, con una precisión que causaba sorpresa y hasta admiración. Jack el Censurador
era, en cambio, pusilánime y fanfarrón.