— Muchas gracias por dejarme vivir. Efectivamente
soy demasiado joven para morir.
Jane no respondía, tan sólo se limitaba a encañonarlo
con el sanguinario fusil.
— ¿Eres una espía?
— ¿Eres un soldado estadounidense?
— Vamos, Jane, eres demasiado bonita para vivir
aquí. ¿A qué te dedicas?
— Soy actriz.
— Y yo soy mamporrero. ¿Por qué no bajas mi fusil?
Me pone muy nervioso verte así.