Como
una gota ilusionada buscando salir de un caño de agua, circulaba. La tierra
rugosa rozaba mi espalda y desprendía todo ese barro que tanto me fastidiaba. Moverse
a gatas puede ayudarte a vencer ciertas trabas. Cada metro superado era un
recuerdo que, inexorablemente, desprendía algunas lágrimas: un pasado
tranquilo, mi casa, los ojos de mi madre, todas las desesperanzas, la promesa
de un amor verdadero, una búsqueda desesperada, la firme convicción de que la
naturaleza es muy sabia. El búho nos esperaba con sus grandes ojos que eran
como lámparas. Debíamos superar un par de metros para que el sol volviera a
acariciarnos con su mansa llamarada.