domingo, 15 de octubre de 2017

¿TUYO, MÍO, DE QUIÉN?


Cuatro de la madrugada. La luz tenue del velador ilumina la habitación. Una prenda interior colgada en la pantalla del televisor. Es una bombacha alba de algodón. Todas las paredes empapeladas. Dos camas de una plaza, que al estar juntas simulan una de dos. Suena Frank Sinatra. No es Gardel pero cada día canta mejor. Una rubia abierta de piernas, toda sudada. Un muchacho penetrándola. Él está encima de ella, ella encima del colchón. Ella respira con dificultad por efecto de la excitación. De pronto lo detiene, arañándole los pectorales. No es una gata. El estupor lo deja sin habla, pero en su mente sigue penetrándola:
—Decime que sos mío —habla ella en voz muy baja.
— No entiendo.
—Que me digas que sos mío. ¿Sos mío?
—Por supuesto.
— ¡Por favor, decime que sos mío!
— ¡Soy tuyo!
—Ahora sí, haceme el amor.
Él sujeta sus muñecas y comienza a penetrarla, con mayor intensidad. Ella vuelve a jadear, también con mayor intensidad. ¿Tuyo, mío, de quién?


FIN