sábado, 7 de octubre de 2017

¡OYE CORTÁZAR, A MÍ TAMBIÉN ME GUSTA EL JAZZ! (I)


Sobre cuando escuchamos a Parker

Caía la noche. Estaba echado en la confortable alfombra de mi habitación, en Buenos Aires, verde como la pradera donde nos revolcábamos con pasión. Exponías tus pechos al sol y yo los veía florecer, y de fondo, muy bajito, siempre sonaba Charlie Parker, con ese saxo bestial que encendía nuestra imaginación, y vos sonreías, y me mirabas con esos ojitos tiernos que tanto gozo adentraban en mi noble corazón, siempre tiesa con Parker, pero cuánto admirabas su resistente pulmón, y me dabas la mano, entrelazabas tus dedos lisos con mis dedos gastados, gastados de acariciarte porque tu piel era muy suave, como los terciopelos que importábamos de Madrid. Los de París no te agradaban. Charlie Parker siempre llegaba desde algún rincón, ¡cuán afortunados éramos escuchando a ese negro sin voz!

Observación: el autor recomienda escuchar “Laura”, de Charlie Parker (el negro sin voz).