domingo, 29 de abril de 2018

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (31ra. parte)



La atracción era irresistible, ningún ángel caído la podía evitar. Es esa fuerza prodigiosa que atrae cual imán. Sus corazones extasiados palpitaban con mayor intensidad. La oscuridad era impenetrable, pero cuando besas con el alma, cierras los ojos, no necesitas mirar. Y si no los cierras, de inmediato se cierran igual. Olvidas los miedos, vuelas sin siquiera volar. Son esos milagros que suceden y no se pueden explicar, no así las bombas incendiarias, que no paraban de retumbar. La tierra temblaba soportando el mal. ¡Vaya encantamiento, nada los podía despegar! La guerra deja de ser un obstáculo cuando dos almas cautivadas no se pueden ignorar.