La atracción era irresistible, ningún ángel caído la
podía evitar. Es esa fuerza prodigiosa que atrae cual imán. Sus corazones extasiados
palpitaban con mayor intensidad. La oscuridad era impenetrable, pero cuando
besas con el alma, cierras los ojos, no necesitas mirar. Y si no los cierras,
de inmediato se cierran igual. Olvidas los miedos, vuelas sin siquiera volar. Son
esos milagros que suceden y no se pueden explicar, no así las bombas incendiarias,
que no paraban de retumbar. La tierra temblaba soportando el mal. ¡Vaya encantamiento,
nada los podía despegar! La guerra deja de ser un obstáculo cuando dos almas
cautivadas no se pueden ignorar.
domingo, 29 de abril de 2018
lunes, 2 de abril de 2018
VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (30ma. parte)
El túnel era tan poco espacioso que sus cuerpos se
estrujaban, apiñados. Los brazos carecen de libertad y buscan hallar algún
espacio. Sentían sus latidos, con los labios enfrentados. Un par de metros en
lo alto, el fuego voraz consumía todo a su paso, pero no corrían riesgo de
morir asfixiados: un tirante de madera bloqueaba el acceso de un túnel que
parecía extenderse varios metros abajo, donde los topos humanos dormían, comían
y hasta iban al baño.
— Me has salvado de las llamas —expresaba John, emocionado—.
¿Y ahora cómo pago?
— Besando.
Sus labios se rozaban, fatalmente cautivados.
— Mira Jane, sólo me queda una bala, y es la bala
del amor. Tu encanto compensa todos los daños.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)