— Mira esas chozas, Mel, tal vez nos provean de
sustento necesario para liquidar más vietnamitas.
— ¡Estás loco! Comer algo aquí es como tomar sopa
con herbicidas.
— Tienes razón, el agua maldita nos aniquilaría en
pocos días. Explora aquel descampado, yo me encargo de las chozas, y ten
cuidado con Charlie, nadie lo ve pero siempre derriba.
En total había 5 chozas, construidas con rafias y
bambúes a lo largo de un terreno cuya remota extensión no superaba medio campo
de baloncesto. John merodeaba como un tigre de Bengala, con su M16 listo para
entrar en calor y descargar balas homicidas. Las emboscadas en Vietnam eran
implacables y no solían dejarte con vida.