Todas
las mañanas, la paloma mayor gorjeaba a sus hermanas aladas, revoloteando
alborozada en su nido de paja: ¡hoy hay calma!
Un niño cruel y mezquino solía mortificarlas con
su honda desde la terraza. ¡Ratas con alas, salgan!, les gritaba poco antes de
lanzar las piedritas a distancia.
Ellas
no lo sabían pero la familia del niño hacía dos semanas que había cambiado de
casa. Algo fallaba.
FIN