— ¿Por qué lloras? —preguntaba John, sujetándole los
brazos.
Las lágrimas de Jane caían como espinas por sus
pómulos pronunciados, resquebrajados por el sol, surcados por el dolor, por los
largos años.
— Estoy cansada de tanta guerra —respondía
sollozando—, de tanta muerte, de tanto odio, por todos lados.
—Mira, la vida es demasiado interesante como para
bajar ahora los brazos. He perdido esta batalla pero te he ganado a ti, y eso
me basta.