Recordaba
que al gato le brillaban los ojos. Abriendo aún más las manos cubría todo su
cráneo. Y yo cerraba los míos, por si acaso. Pobre felino, lo estaba
asfixiando. Realmente estaba preocupado. Me encontraba turbado. A todo esto,
los extraños seres seguían hablando, y el búho continuaba graznando. Aguzando
el oído, calculaba la bendita distancia que nos mantenía a salvo.
domingo, 30 de julio de 2017
UNA BÚSQUEDA DESESPERADA (EPISODIO #375)
Uno
de los seres tenía los ojos muy brillosos. Los del búho, increíblemente, eran
menos voluminosos. Se me erizaban los brazos. Además era bastante bajo. Metro y
medio. No más. Eso mismo deducía teniendo en cuenta el lugar donde relucían sus
ojos, perfectamente redondos. Estaba estupefacto. No lograba ver su contextura
física, pero hablaba un idioma muy extraño. Me perturbaba demasiado. Mis manos sujetaban
el hocico del gato. No quería lastimarlo. Él podía ver en la oscuridad. Al
igual que yo se limitaba a respirar, y esperar el milagro. La piedra rozaba mi
muslo derecho. Estaba temblando. Literalmente, tenía pánico.
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