—Bueno,
chiquita, ahora tenemos que tomar una decisión.
Ella
no cesaba de tocar los cuernos del gran cabrón.
—
¿Qué decisión?
—Nos
quedamos con el cabrón o seguimos los pasos de la extraña civilización.
—Hoy
habrá luna llena —me anunciaba a media voz, perdiendo la mirada en el cielo
rojizo de una tarde en vías de extinción.
—
¿Entonces?
—Esperemos
la noche, mejor.
—Tenés
razón. Iré por nuestros compañeros. Dale unos mimos al cabrón, y nunca olvides
que yo te quiero con el corazón.
Reíamos
como niños, como el alba al salir el sol.