Todas las guerras son absurdas, excepto cuando el
ser humano corre peligro, pero la que ellos enfrentaban no podía compararse con
ningún otro genocidio. Era un exterminio sin sentido. Les habían enviado a combatir
al enemigo, pero el agente naranja era arrojado por sus propios amigos. El
líquido tóxico les quitaba las ganas de seguir vivos. Si no morían de cáncer,
procrearían hijos repulsivos. ¿Qué culpa tenían esos niños? Dios no existía o
el hombre era demoníaco. Charlie ya se había escondido.
domingo, 24 de diciembre de 2017
sábado, 9 de diciembre de 2017
VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (7ma. parte)
—Oye, Mel, ¿hueles eso?
— ¿Qué cosa, John?
— Ese líquido que cae del cielo no es un chaparrón.
— ¿Qué quieres decir?
— Que nos están envenenando.
— Oh, no, John, ¿es el agente naranja?
— ¡Maldita sea! Cúbrete con esas hojas, y contén la
respiración.
— Sabes una cosa, John, el sargento Tom ha procreado
con una prisionera del Vietcong.
— No puede ser, Mel, el sargento Tom cree en Dios.
—Bueno, tú sabes, las hermanas de Charlie son una
tentación. Su hijo ha nacido con tres dedos en cada mano, y lo que es peor, no
se puede mover. Hasta parece alojar un demonio en su interior.
— ¡Qué desgracia! Jamás seré padre, ni aun volviendo
a California fuera de un cajón.
domingo, 3 de diciembre de 2017
VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (6ta. parte)
Llovía, pero no llovía, era el agente naranja el que
caía. Los aviones americanos rociaban con agua maldita cada metro cuadrado de
la selva vietnamita, sin considerar que dos soldados entre unas hojas resistían.
Ni la luz del nuevo día les daba la paz para pensar que se podía salir con
vida. Si no morían, enloquecían.
VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (5ta. parte)
Aquella
selva inhóspita era una verdadera pesadilla. Charlie no vendía chocolates, ni
tenía una fábrica donde se elaboraban golosinas. El enemigo no sentía compasión
si te hallaba sin salida. Encima había más trampas que niños con sonrisas. Un
paso en falso podía dejarte cojo de por vida. John y Mel lo sabían, por eso no
se movían. Cuando el pavor circula por tus venas, te quedas yerto como zorro
atropellado en la vía, pero el sol finalmente se imponía, y con la luz del
nuevo día, las esperanzas renacían. Así es la vida, sólo que en la guerra tienes
menos esperanzas de reencontrarte con tu familia.
sábado, 2 de diciembre de 2017
VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (4ta. parte)
Como
dos pequeños pilluelos, cubiertos de hojas verdosas, loaban silenciosamente el
alba. Charlie abatía de noche, y era un hecho que en pocos minutos se iba a la
cama.
—Hagamos
silencio —susurraba John, tieso como una planta.
—Hemos
perdido a nuestros compañeros. ¿Dónde está Nixon? ¡Esta guerra es una farsa!
—Mantén
la calma, y no hables en voz alta, que Charlie no se puso el pijama.
sábado, 11 de noviembre de 2017
VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (3ra. parte)
—
Oye, Mel, no hace falta que lo diga pero… pero vamos a morir.
—Yo
no pienso morir.
—Vamos,
amigo, amanece y el enemigo se quiere ir a dormir.
— Dime,
John, ¿a cuántos Charlie has acabado hoy?
— A quince.
¿Y tú?
—
Dieciséis. Mira, John, yo no pienso morir.
—Dile
a mi mujer que pienso en ella aun sabiendo que voy a morir.
—Eso
se lo dirás a mi mujer.
— ¡Pero
si dijiste que no ibas a morir!
—
Tienes razón. Mejor escondámonos por ahí.